Fauna de la Meseta Ibérica: tierra de águilas, buitres y cigüeñas negras
Entre el nordeste de Portugal y el oeste de España se extiende la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Meseta Ibérica, un amplio territorio donde el paisaje casi salvaje aún marca el ritmo de la vida. Valles profundos, escarpes rocosos, altiplanos agrícolas y bosques autóctonos componen un escenario único que se ha convertido en refugio para algunas de las especies más emblemáticas de la fauna europea. Aquí, águilas, buitres, cigüeñas negras, lobos, nutrias y muchos otros animales comparten un mosaico de hábitats que hace de esta región un verdadero paraíso para la vida silvestre y un destino de referencia para quienes buscan turismo de naturaleza y observación de aves.
La Meseta Ibérica es la mayor reserva de la biosfera transfronteriza de Europa e integra diversas áreas protegidas, como el Parque Natural del Duero Internacional, el Parque Natural de Montesinho, los Arribes del Duero y el Lago de Sanabria. La combinación entre escarpes verticales a lo largo del Duero y del Águeda, extensos altiplanos de pastos y cereales y manchas de robledales, encinares y alcornocales crea condiciones ideales para una fauna muy diversificada. Es precisamente en este escenario, marcado por la baja densidad poblacional y por prácticas agrícolas y ganaderas aún en gran parte tradicionales, donde destacan las grandes aves planeadoras, máximos símbolos de la Meseta Ibérica.
Entre ellas, la cigüeña negra es una de las especies más discretas y fascinantes. A diferencia de su “prima” blanca, esta cigüeña prefiere la tranquilidad de zonas remotas, nidificando en escarpes rocosos y pequeñas cavidades a lo largo de los ríos. La limpieza de las aguas, la abundancia de peces, anfibios e invertebrados y la relativa ausencia de perturbaciones convierten al Duero Internacional en uno de sus principales refugios, con varios nidos distribuidos por los cortados más inaccesibles. Para el visitante atento, no es raro avistar una cigüeña negra en vuelo silencioso sobre el río o posada en una repisa rocosa, casi camuflada en el paisaje.
Las águilas son otro de los grandes iconos de la fauna de la Meseta Ibérica. El águila real y el águila perdicera dominan los cielos, sobre todo en las zonas de cañones más profundos, donde los escarpes ofrecen excelentes lugares de nidificación. Desde miradores como Picote, Penedo Durão o São João das Arribas es posible observar estas rapaces planeando durante largos minutos, aprovechando las corrientes térmicas que ascienden por los valles del Duero. Los altiplanos cerealistas y los pastos extensivos les proporcionan presas como conejos, liebres y otros pequeños mamíferos, asegurando el equilibrio perfecto entre áreas de caza y de descanso.
Igualmente impresionantes son los buitres, verdaderos “equipo de limpieza” de los ecosistemas de la Meseta Ibérica. Buitres leonados, buitres negros y alimoches sobrevuelan diariamente los valles en busca de carroñas, desempeñando un papel esencial en la eliminación de animales muertos y en la prevención de enfermedades. Las grandes colonias de buitres instaladas en los cortados del Duero y sus afluentes constituyen uno de los espectáculos naturales más impactantes de la región: decenas de aves necrófagas en vuelo conjunto, girando en espiral hasta ganar altura, son una imagen que queda grabada en la memoria de cualquier visitante.
Más allá de las grandes aves, la Meseta Ibérica alberga una fauna de mamíferos igualmente rica. El lobo ibérico encuentra aquí todavía algunos de sus territorios más importantes, sobre todo en zonas de montaña y matorral denso, donde la presencia humana es más reducida. La nutria europea es otra de las habitantes discretas de los ríos bien conservados, claro indicador de la calidad de las aguas y del buen estado de salud de los ecosistemas fluviales. Gato montés, corzo, jabalí y numerosas especies de pequeños mamíferos y reptiles completan este cuadro de biodiversidad, al que se suman muchas otras aves, desde pequeños paseriformes típicos de bosques mediterráneos hasta especies especializadas en escarpes rocosos.
Lo que hace tan especial a esta fauna es la combinación de factores poco comunes en la Europa actual: grandes paisajes poco fragmentados, un mosaico variado de hábitats, actividades humanas de bajo impacto y una red de áreas protegidas que confiere estatus de conservación a especies y hábitats prioritarios. La ganadería extensiva, la agricultura tradicional y la ausencia de grandes infraestructuras pesadas permiten que la naturaleza se mantenga en equilibrio con las comunidades locales, muchas de ellas todavía dependientes de la tierra y del ganado para su subsistencia.
Para quien visita la región, la Meseta Ibérica ofrece una oportunidad única de observar esta fauna en su contexto natural, siempre que se haga con respeto y responsabilidad. Seguir senderos oficiales, utilizar miradores preparados para la observación, mantener distancia de los nidos y de los animales, evitar ruidos excesivos y, siempre que sea posible, recurrir a guías locales especializados en avifauna y fauna silvestre son actitudes esenciales. Así, cada visitante contribuye a la protección de este patrimonio natural y ayuda a garantizar que águilas, buitres, cigüeñas negras y todos los demás habitantes de la Meseta Ibérica continúen sobreviviendo y prosperando.
Más que una simple frontera entre Portugal y España, la Meseta Ibérica es un territorio de vida, silencio y cielo abierto, donde la naturaleza todavía tiene espacio para imponerse. Para amantes de la naturaleza, la fotografía, el birdwatching y el turismo de naturaleza sostenible, es un destino que merece, sin duda, un lugar destacado en el mapa de los próximos viajes.








